Por Ricardo Bustos
Así como se heredan las buenas costumbres, lamentablemente también heredamos por estos tiempos la falta de oportunidades y pobreza enquistadas en las vidas de millones de argentinos que son manipulados desde los diferentes poderes, de todas las ideologías.
De nada sirven los números que nos muestran los gobiernos o economistas de turno, con sus porcentajes vacíos de realidad si nos ubicamos en tiempo y forma cada día, cuando debemos adquirir los productos indispensables de la mentirosa canasta básica alimentaria que nos proponen.
Es obvio que para subsistir debemos alimentarnos, de vez en cuando ir al Médico, comprar algún medicamento y cuidarnos, pero no podemos olvidar que nuestras vidas están conectadas a una inmensa red de servicios públicos y privados que también hacen posible desarrollar nuestras tareas. En base a ello, la energía eléctrica, gas y agua, se llevan de nuestros alicaídos bolsillos, en muchos casos, la mitad de nuestros salarios, habida cuenta que en el interior del país los trabajadores perciben haberes que no alcanzan a compensar los gastos.
Llegamos al supermercado y al pasar por la Caja lo único que observamos es la pantalla de la computadora para ver si es cierto lo que nos muestra, transpirando hasta los pies para no pasar vergüenza por si el dinero que tenemos en el bolsillo alcanza para abonar la cuenta.
Solamente al sumar el precio de un kg. de carne, uno de yerba, algo de verdura (que no es nada barata), pan o apenas una «feta» de queso, ya nos quitan 500 pesos sin chistar. La cuenta es sencilla y el INDEC nos dice lo contrario porque se basa en la «macroeconomía», algo que por cierto dista mucho de la realidad.
Si agregamos alquiler o traslados, la cuenta es otra y ni hablar de los jubilados o pensionadas que perciben la mitad de la mitad de estos valores.
Los responsables de la economía con sus discursos técnicos nos dicen que el índice de pobreza está en los $13,000, pero si nos remitimos a las informaciones periodísticas, vemos que en febrero de 2016 «Una familia tipo (matrimonio con 2 hijos menores) necesitó $ 16,317.92 para cubrir los costos de la canasta básica de consumo. A dos años de aquella medición y teniendo en cuenta la inflación en Argentina, obviamente las cifras actuales no coinciden con lo informado por los economistas. No deben confundir mas a la sociedad con cifras vacías, ofendiendo la integridad moral de los ciudadanos que hacen sacrificio cada día para ver cómo pueden poner algo en la olla sin dejar de pagar otras obligaciones.
Esta situación económica trae consecuencias graves a la salud de gran parte de la población. Según un reciente estudio divulgado por la Organización mundial de la Salud, «la obesidad e hipertensión arterial» son los principales riesgos a la salud que debe afrontar Argentina. El 30 por ciento de la población adulta y casi la mitad de los menores en condiciones económicas de riesgo, sufren de obesidad, una enfermedad metabólica crónica, progresiva y multifactorial, asociada a numerosas patologías crónicas que llevan a una prematura incapacidad y mortalidad, asociada, generalmente a la mala alimentación.
No hay ningún secreto. La verdad es que nos alimentamos mal, poco y uno de los motivos fundamentales es el costo de los alimentos. Todos sabemos que una comida sana acorde a las necesidades de nuestras actividades no se consigue con el presupuesto que nos quieren imponer desde la estadística numérica, por lo tanto, no será extraño que a medida que avanza el tiempo, vayamos encontrando una mayor cantidad de habitantes con problemas graves de salud con patologías que no deberían existir en un país rico.
De nada sirven las dietas si no se puede acceder a ellas por los altos costos.
Lejos, en el tiempo, han quedado aquellos almuerzos magistrales de la Abuela o Mamá con el clásico puchero, choclo, papas, batatas, apio, cebolla de verdeo, apio al que irónicamente llamaban «la comida de los pobres»… pero con la familia reunida y sin celulares sobre la mesa.
Quienes deciden sobre las masas, saben muy bien que, cuando el sometimiento se convierte en placer, resulta mas sencillo dominar, por ello hoy vemos que la sociedad, especialmente los jóvenes, dan mucha más importancia a un celular y sus costos que a una buena alimentación y por ello sus neuronas no alcanzan para razonar libremente.
«Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos». (John F. Kennedy – ex presidente norteamericano asesinado en el año 1963 en Dallas, Texas)
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556